martes, 5 de enero de 2010

Sobre matrimonios, adopciones y quema de brujas

Bien; trataré de ser lo más políticamente correcto posible.

No voy a echar mierda sobre el cinismo y la mediocridad gubernamental; tampoco voy a reflexionar críticamente sobre el retraso mental que provoca, entre otras cosas, regresiones a estadios oscuros del siglo VIII o, peor aun, anteriores, como en los tiempos de la policía de la moral del buen Justiniano (donde, por cierto, era ilegal –y se castigaba con la muerte- tener relaciones sexuales el martes, el miércoles, el jueves, el viernes, el sábado y el domingo...). Tampoco voy a hacer, ahora me lo he prometido, un análisis lógico y sarcástico de las aseveraciones de aquellos seres de inteligencia sumamente sosegada que detentan el poder (pero, por favor, revisen las declaraciones que hizo el enano ese en Acapulco).

Bien; seré políticamente correcto... al parecer voy por buen camino.

Muchas voces divinas salieron de su sacrosanto refugio para llegar al cielo en forma de grito doliente al ser, en la ALDF, aprobada una modificación que permite, de ahora en adelante, unirse en matrimonio a personas del mismo sexo. Está bien, se entiende puesto que su modelo familiar se ve violado por los servidores de aquel ser que se hace llamar “portador de luz”; al menos, eso dijo aquel a quien se le encueran en las reuniones que hace Obrador en el Zócalo Capitalino. No tocaré ese punto; que cada quien crea en lo que le convenga, y créanme, el cristianismo (catolicismo) conviene, pregúntenle al Vaticano.

No reflexionaré tampoco sobre las implicaciones que surgen de la utililización legal de un concepto como el de matrimonio (que etimológicamente significa permiso para tener hijos) por la Comunidad Gay; aunque resulta sumamente interesante.

Muchas personas, y es lo que he escuchado personalmente, no se ofenden ni se sienten servidores del diablo al aceptar, de buena gana, esta modificación; pero se rasgan las vestiduras sobre el coralario de dicha ley (y que viene implícito en su significado etimológico) que es el de la adopción.

A ver; puedo yo dar muchas razones para ver el mundo de otra manera. En primer lugar podría señalar los restos del prejuicio original que se leen en esas posturas; podría también preguntarle a cada uno si sus padres (heterosexuales) no causaron daños psicológicos en su persona; podría incluso invitarlos a visitar aquellos sanos lugares de esparcimiento llamados orfanatos; pero no, voy a ser políticamente correcto y les escribiré una liga donde Javier Flores da argumentos científicos (puesto que sé que actualmente el eslogan “científicamente comprobado” mueve más que dos carretas), bueno, Javier Flores cita “investigaciones científicas” de varios “Institutos extranjeros” que se dedican a estudiar “en sus laboratorios científicos” los supuestos problemas asociados a la adopción por personas del mismo sexo:

http://www.jornada.unam.mx/2010/01/05/index.php?section=opinion&article=013a3pol

Yo no soy partidario del conocimiento científico; pero no por eso voy a desecharlo.

Pero en este texto no busco trazar una línea, cómo decirlo, de oposición a lo vulgar; más bien quiero mostrar dos sucesos que me parecen de interés para lo relativo a aquel problema que supuestamente Juárez resolvió hace ya alugunos ayeres. Obviamente, criticando a nuestro vecino, ni modo que me dedique a señalar nuestra ignorancia y estupidez.

Pues resulta que en siete estados de ese brillante país -cuyo dirigente fue premiado por lo pacífico de sus acciones-: North Carolina, Arkansas, Maryland, Pennsylvania, South Carolina, Tennessee y Texas para ser exactos; pues ahí existen ciertas formas legales que impiden a un ateo ejercer alguna función pública.

http://www.univision.com/content/content.jhtml?chid=3&schid=160&secid=161&cid=2228452&pagenum=1

¡Qué excelente gobierno! ¡Qué hermosa sociedad! Claro que así, jurando con la mano sobre la Biblia al tomar posesión, uno podría confiar ciegamente en sus gobernantes... y en su Academia (recuerden el memorable Juicio del Mono). Uno podría pensar que una sociedad así sería un gran ejemplo a seguir; claro, se tendría que hacer caso omiso a cuestiones leves y sin importancia como niños con armas en la escuela que matan a otros niños, o adolescentes con armas en la escuela que matan a otros adolescentes, o adultos con armas en las calles que matan otros adultos. En una sociedad así, gobernada por creyentes, solamente tendríamos que cerrar los ojos frente a incidentes como... mmmh, no sé: que el vecino, por ejemplo, le prenda fuego a su madre en una pelea:

http://www.univision.com/content/videoplayer.jhtml?cid=2227838

¡Iglesia y Estado! ¡Vamos por buen camino!

Creo que a veces fracaso en lo que me prometo.

2 comentarios:

  1. Yo solo quiero recalcar que en una sociedad machista, donde por educación se rechaza a los homosexuales no puede haber otro resultado que el rechazo a las parejas homosexuales, habría que ver si ese rechazo es repudio conciente o temor a ser descubiertos, es decir proyección simplemente, lo que no puedes aceptar en tí mismo es más fácil proyectarlo a los demás.

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